martes, 2 de febrero de 2016

AFUERA Y ADENTRO

Di vueltas por Palermo hasta encontrar un lugar con un aspecto más o menos atractivo, esto es, abierto y con algo de gente. Llamé a Cris y le dije que se viniera a la Dorita. Me senté y enfrente, en la única mesa ocupada en la calle... estaba Lombardi. Me levanté, me senté adentro. Sentí que se me hinchaba la vena, que enrojecía, que reventaba. Así que me fui. Mientras esperaba a mi mujer enfrente se me agolpaban las injurias, los malos pensamientos. Nos fuimos a otro lado, "La Bonpland". Aún dolía sospechosamente el brazo izquierdo (paranoia premium marca Acme) y le dije a mi mujer me equivoqué, tendría que haber negociado con el dragón. Nono, no se confunda, el dragón no es Lombardi, no son los malos. El dragón es lo que llevo justo debajo del plexo solar que normalmente dormita, apenas se mueve para cambiar de posición pero eso sí, en circunstancias como ésta se revuelve y pugna por salir y quemarlo todo, sinrazonmente, sin un después.

No sé muy bien cuales habrán sido los términos de la negociación, pero después de un rato lo vi claro, vi que la declaración correcta a Lombardi y su corte fascista -qué pinta tenía esa mesa. Dios mío- era hagan lo que hagan, echen, estigmaticen, difamen... el afuera que están construyendo ahora será un enorme adentro en poquísimo tiempo.

Y así el dragón se enroscó y se centró en volver a disfrutar de su siesta de los justos.

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