domingo, 2 de agosto de 2015

EL ORIGEN DE TODOS LOS ODIOS

Hace un rato nuestros amigos Expertos en Todo  dieron cuenta de una de esas experiencias desagradables que nos tocan cada tanto, el odio que nos echan encima sin ningún motivo más que nuestra existencia. Esa experiencia desencadenó esta parrafada

Debe asumirse de una vez por todas que esto no tiene arreglo en el sentido "político". Que este es un problema de fronteras culturales al estilo sudafricano o hasta israelopalestino si me apurás. El matar o no es circunstancial: en el origen está el genocidio, y no me refiero al de la conquista del desierto, ni al de "la conquista "primigenia, sino en lo explicitado por Sarmiento cuando le dice a sus socio genocida Mitre que no ahorre sangre de gauchos para regar el suelo patrio y que esa sangre es lo único que tienen de humanos. Ese Sarmiento que casi todos, inexplicablemente quieren rescatar con "claroscuros", hasta la jefa.

Sarmiento es nuestro Hitler, y el compendio de sus obras,  su "Mi lucha". Esos matices que pretenden rescatar de Sarmiento están en Hitler seguro, Hitler seguro que hizo montones de escuelas y gimnasios y  fiestas para los niños, más que Sarmiento. Obsérvese a un Speer y se entiende esa suerte de "ilustración sarmientina" del nazismo.

Y con eso venimos lidiando 150 años, un enclave del imperio británico y su continuador sangriento-azteca de los yanquis (con sacrificios humanos y todo), y enfrente, el mestizo de los "hidalgos" -hijosdalgo- que en la provincias, en los "trece ranchos" crearon sus pequeños dominios rentísticos y de pequeña industria enfocados al Potosí primero, y con su fin, hacia el Plata.

Una lucha que no sólo nunca terminó, sino que explícitamente quedó inconclusa en Pavón. Toda esta parrafada que se me escapa cada tanto me aflora para tratar de entender y hacer entender que esto no pasa por los carriles políticos convencionales de que puedas convencer a "esa gente" de que "nos voten" porque para ellos somos extranjeros, somos el enemigo, somos aliens en "su" territorio, así se formaron, así lo sienten.

Quizas la manera sea una suerte de "venganza de los Quilmes". O sea, de una mayor prosperidad, lograr que se vayan yendo, dispersando. Aguándose en countries repartidos por el territorio, cada vez más encerrados en sus vallas.

Y cuando ese éxodo de lujo haya concluido, sencillamente echar abajo las murallas.

Y que cuando eso ocurra, vean que afuera es mejor que adentro. Que afuera son libres, libres de los guardias de seguridad que los vigilan y viven de sus miedos, libres de TN y Clarín, de los jabones antibacterias, de Lysoform, de We by Ser, del revolucionario Sensodyne, de los 10 años de pena efectiva y de todo lo terrible que puede pasarte en estas tierras salvajes.

Sería divertido que esto, lo de "la venganza de los Quilmes" aparezca como "el diabólico plan K para acabar con la libertad de los porteños".

Y que este "diabólico plan", el "plan Quilmes", pudiera, así distraidamente, acabar con el odio.

No hay otra manera que la mezcla absoluta.

El resto es el conflicto perpetuo.

Por supuesto que esto no ocurrirá nunca. Demasiado riesgo para Lysoform.

RH

5 comentarios:

  1. Magistral. Por artículos como el tuyo me reconcilio de vez en cuando con mi país. He tenido unas experiencias terribles con «esa gente» de Barrio Norte, San Isidro y Vicente López. Me han causado traumas. Sin exagerar. (Yo viví dos décadas en La Matanza. En un barrio pesado. Imaginate.) ¡Ah! Te olvidaste de Míster Músculo, el súper héroe de los sudacas con aspiraciones primermundistas. Gracias, Huinca.

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  2. Gracias Michael. Es de esos textos que incomodan a casi todo el mundo... así que te agradezco mucho.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. El artículo: ¡Excelente!
    PD rescatista: Todos los problemas son problemas de educación.

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  5. Muchas gracias. Acuerdo, es muy difícil, pero se está haciendo...

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