jueves, 3 de abril de 2014

OTRA MANERA DE DECIRLO


La sociedad, esta parte, este lado, el urbano, "urbanizado", tiene que asumir que su cultura es una cultura ocupante -que no dominante, a su pesar.

Que para salir del "bucle melancólico" (concepto que me apropio de otro lado) tiene que afrontar ese hecho, y emprender un real, profundo mestizaje.

Que no basta con la buena voluntad, ni menos aún con el almabellismo.

Que hay que comenzar por reparar las propias conductas en aspectos que parecen secundarios pero extremadamente simbólicos.

No voy a dar ejemplos, si cada uno lo piensa, encontrará "la falla".

Estamos en el fin del mundo, y en una frontera cultural que debemos hacer porosa, fluida, si queremos en algún momento que esa frontera deje de estallar cada tanto en conflictos sangrientos de los que tanto sabemos y cuyas consecuencias padecemos de ambos lados, , en víctimas directas y en pobreza, sangre, corrupción, etc etc etc.

Los medios viven de ese estado de conflicto permanente, y lo alimentan, y engordan a su costa como la horrible garrapata del "Almohadón de plumas" de Quiroga.

Quizás sea, descarnadamente, el motivo más importante para que la Ley de Medios sea efectiva en sus consecuencias.

Hace un rato vi una foto de "Máxima" en la tapa de una revista, y sentí que ahí estaba una de las claves, que es de esas cosas que tenés delante de la nariz y, si bien te corre alguna sospecha por el espinazo, no te das cuenta que no es "como sí", sino que eso "ES".

Esto es: que Máxima haya alcanzado el rango de reina es, para esta sociedad situada en la frontera cultural, "la revancha", "la confirmación", la confirmación definitiva de "adónde pertenece" esta sociedad, la de este lado. Que Máxima sea hija de un cómplice activo de la dictadura no es secundario, sino, por el contrario, revelador de la verdad de esta sociedad ante la misma, que es, la dictadura como "embajada" y como fuerza disciplinadora, legítima, de la metrópolis de pertenencia.

O sea, no sólo no es contradictorio que Máxima sea hija de quién es y ostente el cargo que ostenta, sino, por el contrario, es totalmente coherente. Porque ¿qué es una monarquía sino una dictadura hereditaria con costumbres, pompa y circunstancia? Hay que mirar el curriculum de las monarquías desde sus orígenes, para ver en dónde asientan su fortuna y su poder para comprobar algo que en realidad, más obvio no puede ser.

Sólo que los medios están entremedio.

Ni que pensar, además, que las repúblicas nacen "contra" las monarquías, por lo que debería considerar las propia existencia de las mismas como un delito.

Pero esto ya es mucho pedir, por hoy.

Sociólogos, antropólogos, psicólogos, tienen mucho para decir y para trabajar.

Con los políticos tal vez en primer lugar, para ver cómo esto que tal vez pueda diagnosticarse "fácilmente", comience a encontrar un camino de salida.

De pacificación.

RH

1 comentario:

  1. «Los medios viven de ese estado de conflicto permanente, y lo alimentan, y engordan a su costa como la horrible garrapata del "Almohadón de plumas" de Quiroga.» No hay mención a ninguna garrapata, cosa que está muy bien. Que cada lector se imagine la criatura que mas lo horrorice. Este relato fue parte de "Cuentos de amor, de locura y de muerte". Una obra maestrísima.

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