domingo, 28 de abril de 2013

MEMORIA DE UN MAL SUEÑO

Todos los días me desanimo. Y al final pienso: "no tengo ese derecho, esta vida es una sola, ésta es la única oportunidad".

Lo que estamos viviendo, que es nuestra vida, es nuestra única oportunidad.

Nos tiran arena a los ojos todo el tiempo, nos llenan el camino de guijarros bien redondos para que nos patinemos y caigamos, bien erizados para que nos lastimemos y nos desangremos.

Tienen a parte de la sociedad como zombies, individuos que viven en un mundo de tinieblas y pesadillas, desesperados por salvarse de algo que no se sabe qué es, pero que está encarnado en nosotros.

Duele.

Enoja.

Desanima.

Entonces, me digo: "cuando se llega abajo del todo, pegar la patada bien fuerte, con las dos piernas contra el fondo, y volver a salir a a respirar".

Tomar el aire reparador.

El aire libre, fresco, renovado, que nunca dejó de estar ahí.

No tengo derecho a desanimarme. Ustedes tampoco lo tienen. Porque nuestro alimento son nuestros sueños; esos que con sus pesadillas quieren hacer desaparecer.

Pongámonos de pie todos los días, y revirtamos:

Con nuestros sueños, disolvamos esa pesadilla contagiada
y contagiosa
a la mínima categoría
de memoria de un mal sueño.

RH

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