miércoles, 27 de febrero de 2013

LO DEL HIJO DE ALIVERTI DEMUESTRA LA URGENTE NECESIDAD DE REVISAR LA DESPENALIZACIÓN DE "CALUMNIAS E INJURIAS"

NO SE PUEDE SEGUIR CONSINTIENDO LA IMPUNIDAD DE LOS DELINCUENTES MEDIÁTICOS. LO DEL REGISTRO (NO VENCIDO) COLMÓ EL VASO.

(UNA VEZ MÁS… NUNCA UN VASO REBALSÓ TANTAS VECES)

Cuento algo más. En la novela "Los hombres que no amaban a las mujeres", del periodista sueco Stieg Larsson, el protagonista, el periodista Michael Blomqvist, hacía entrada en la novela bajando las escalinatas del juzgado en Estocolmo. Acababa de ser condenado por calumnias A LA CÁRCEL. Le habían metido pescado podrido, una trampa, una nota sobre un financista, el tipo cayó en la trampa, publicó cosas que no eran ciertas... a la cárcel.

El autor era periodista, zurdo, militante por montones de causas. En la trilogía Millenium, que era abierta por esa novela, se habla de todo, de la violencia contra las mujeres, de los "grupos de tareas" también existentes en Suecia, de la corrupción, del pasado nazi de muchos suecos... ¿En ese contexto, con esa "militancia" que practica Larsson con su ficción (en la que nos viene a decir "esto no va a quedar así") ¿Creen que en algún momento el autor o su personaje periodista Michael Blomqvist se quejan por la condena, apelan a una supuesta "ilbertad de expresión"? NO. El protagonista dice "metí la pata, tengo que pagar el precio". Nunca, en ningún momento se le ocurre cuestionar el fallo ni la condena impuesta, en multa y meses de cárcel. Es más, dice que va a aprovechar su tiempo en la cárcel para leer y escribir. Nunca, en ningún momento protesta, en ningún momento habla, en ese caso, de libertad de expresión... Y no es que eso le dé igual al autor: por el contrario, en un juicio que se desarrolla, determinadas expresiones discriminatorias que aquí son de uso cotidiano en los medios o en la calle sobre la identidad sexual podrían ser condenadas también.

La primera libertad es la de los individuos en sus derechos, y la ley y la administración de justicia deben cuidar esos derechos y que no sean violados por nadie, ni de hecho ni de palabra. No hay libertad de expresión que pueda amparar la violación de los derechos de las personas. Eso es lo que hacen los medios mayoritarios de este país desde hace años, y eso debe terminar, antes que termine con los derechos de la mayoría, que es su único y confeso objetivo.

Que esté claro: no quiero censura de ninguna clase. Lo que quiero es: mismos derechos y obligaciones para todos. Cualquier persona en cualquier actividad debe hacerse cargo de lo que hace o pagar las consecuencias.

¿POR QUÉ ALGUNOS NO?

RH

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