viernes, 11 de mayo de 2012

¿Quiere saber cómo los malos arruinan países para quedarse con sus empresas públicas y con todo lo demás? Aquí Peregil, corresponsal de El País, nos lo cuenta taurinamente

Desde este espacio siempre sostuvimos que, en cada acusación o difamación por parte de los medios hegemónicos y sus empleados -mal llamados- políticos, existe la implícita confesión de un delito -o actividad golpista, o difamadora a secas- por parte de quien formula la acusación.

En la medida en que se van sabiendo cosas, uno puede ir resignificando acusaciones.Como el tema Ciccone, que salta sencillamente porque era un negocio PARA ELLOS; tan importante que no sólo iban a agarrar el negocio, sino que además podían generar cuando quisieran falta de billetes, como generaron falta de combustibles, de dólares, y así, y la conseceuente deriva desestabilizadora y golpista.

Incluso aquellas que pudieran ser fundadas, como los viajes en avión de Jaime, denuncias que provienen de los tiempos del agrolpismo; para esa misma época, los agrolpistas se pasaban la vida encima de jets privados bastante incompatibles con la pobreza franciscana de la que alardeaban desde sus 4x4, con esas armas que tanto placer y diversión proporcionaban a Lanata.

O sea, si uno se fija, presta atención, puede ver que tooodas las cosas de las que acusan las practican, siempre. Vulgar proyección, pero en este caso, vulgar vulgar (y a la vez excepcional), porque además siempre acusan de cosas gravísimas, con lo que ergo, las cosas que han hecho, hacen e intentan hacer son idem, o sea, gravísimas, gravérrimas. 

Y ahora, como ejemplo de esto último, vamos a utilizar la horrible publicación de Francisco Peregil sobre la expropiación de YPF a Repsol. En "Que parezca un accidente" Peregil relata los hechos como si se tratara de una mezcla de cacería y corrida de toros; mechando con links que demostrarían su teoría, la de un acoso a una pobre bestia, la pobre Repsol. Además de las extremas faltas de respeto y delicadeza presentes en la nota, indignas de alguien que en definitiva es nuestro huésped; la nota ostenta un gusto por lo sangriento algo estremecedor, sobre todo el cierre, en el cual Peregil sin ningún tipo de miramientos mete el accidente de Once como explicación de por qué Cristina expropia YPF y a la vez como demostración la maldad intrínseca del Gobierno y de Cristina en particular.

Transcribo abajo la nota para que evalúen por ustedes mismos.Pero antes de hacerlo, me gustaría que, una vez leído el texto se retiren un poco del mismo y me acompàñen en la siguiente idea ¿No es una descripción perfecta de cómo arruinaron a la Argentina en el 2001? ¿No podría incluso trasladarse a todas las veces que voltearon gobiernos y/o políticas que no les gustaban? Mi hipótesis es -y a ver si coincidimos-: que cada vez que esta gente, que no son santos inocentes sino (ex)periodistas de pelo en pecho, suelta estas líneas imaginarias de complots, en realidad está dejando que el relato de hechos anteriores, los perpetrados por ellos y sus cómplices salga del inconsciente y en forma de acusación se haga (in)consciente confesión de sus propios delitos y crímenes. (me releo y hummm, no sé que decir, pero bueno, a la pileta...). Por ahí iría la cosa...


Primero: No ir de frente. Hay que acercarse al bicho cuando tenga el viento en contra. Da igual que le vea a usted, lo importante es que no le huela. Y un buen día de diciembre, por ejemplo, se le pueden lanzar 422 expedientes administrativos. Si en un año percibía apenas 12 sanciones, ahora 422. Como queriendo decir...
 
Segundo: Trate de marearlo. Hay que hacerle ver que no se portó bien, desatender sus propósitos de enmienda y dejarlo que muja por los vastos despachos. Que cabecee de un lado a otro y se alimente con el veneno de los rumores.

Tercero: Que vaya derrumbándose en su agonía. Cuando parezca que le va a dar la estocada final, échese a un lado y deje que su gente lo desgasten. Un día le quitarán cuatro tajadas por aquí, después tres por allá, más tarde una por aquí y otra... y otra . No tema la repulsión del público. El deseo de ver sometido y claudicante a un organismo tan grande podrá con todo.

Cuarto: Enseñe un capote y tres más, todos falsos, confúndalo, que no sepa por dónde embestir. Y cuando se le venga encima, amague de nuevo, no se precipite. Retírese, muestre un silencio a medias entre el falso temor y el respeto. Cuando nadie le vea, quítese el traje negro y ríase sin miedo.

Quinto: Ahora sí, ya cae por su propio peso; casi parece inevitable. Aquí no hay nada personal, parece un accidente que sobreviene a todo el que no se comporta como es debido en su corral. Reúna a su gente, déjese querer, haga algún chiste, pero no llore, hoy no toca. Y mientras tanto, cuando aún no ha acabado de hablar, mientras el bicho agoniza, su gente ya puede empezar a repartirse la carne. Hay quien calificaría esto último de ensañamiento innecesario, pero usted no entre en el juego de los exabruptos, vengan de donde vengan.

Y si algún día le siguen preguntando por ahí fuera para qué era necesaria tanta sangre, si le preguntan si no había otra forma más directa y más noble de hacer las cosas, recuerde toda la felicidad que repartió ese lunes 16 de abril de 2012. Hasta los viajeros del tren Sarmiento se sintieron más felices gracias al espectáculo que usted les regaló, aunque siguieran viajando cada mañana apretujados en un amasijo de chatarra en el mismo tren donde murieron 51 personas, aunque tras casi dos meses de impericias judiciales no se hallara a ningún responsable del accidente. Fue precisamente por eso, porque pareció un accidente.

Un espanto ¿no? De punta a punta. Y como decía arriba, una descripción perfecto de como nos llevaron al 2001, y de cómo llevaron a Grecia y España a la situación actual.

RH

(PD paranoica. La hooorrible foto de Cristina que sigue abajo es la que acompaña a la horrible nota de Peregil ¿no parece photoshopeada "en contra"? O sea ¿la herida del cuello ¿no parece más profunda y más enrojecida? Revisé en el Google muchas fotos de ese día, y esta es sin duda la peor...)



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