lunes, 23 de noviembre de 2009

El verdadero clientelismo

La asignación universal por hijo reavivó el viejo debate sobre lo que es distribución del ingreso y lo que es clientelismo.

Ese binomio.

Pero la mayor operación clientelística de la historia tuvo lugar hace 18 años: la ley de convertibilidad.

El uno a uno.

Cumplió rigurosamente con los preceptos del clientelismo: favorecer a una clase en detrimento de otras a cambio de obtener su apoyo político.

En lo inmediato el poder clientelar obtuvo la anuencia de dicha clase para la entrega de todo el patrimonio del Estado a manos privadas -jubilaciones, ferrocarriles, comunicaciones, energía, obras sanitarias, carreteras, todo lo que pudiera ser entregado- sin ninguna condición de cumplimiento de prestaciones y sin beneficios para las arcas del Estado.

En el medio plazo, obtuvo la tolerancia a los actos de gigantesca corrupción que conllevó dicha entrega.

Fue todo pérdida: se destruyó el Estado, se destruyó el tejido industrial, se destruyó el tejido social.

Y todo este acto de destrucción pura, a cambio de una prestación exclusiva para esa clase: un peso, un dólar.

Sus punteros: Los Neustadt, Grondonas, Tinellis, y la rama femenina, las reinas de la silicona, tan protagonistas hoy.

Y nada de esto se hizo en secreto: la clase favorecida estuvo perfectamente al tanto todo el tiempo de lo que ocurría.

Contempló impávida como los servicios públicos, la educación y la sanidad pública se derrumbaban sin una protesta.

Y la confirmación de su actitud clientelar fue que la fuerza política que se presentó como alternativa al menemismo en el 99 lo hizo con el compromiso de que el 1 a 1 no se tocaría, por más que todos los indicadores económicos demostraran que la continuidad del modelo profundizaría la desgracia de los eslabones más débiles de la sociedad hasta límites nunca vistos hasta el momento.

Y lo nunca visto fue viéndose, una y otra vez hasta el 2003.

Clientelismo en estado puro: comprar a una parte de la sociedad a cambio de la libertad de expolio y de la impunidad, esa vieja conocida.

Y ahora esa clase está enojada: en los 90 entregaron su alma a cambio de que este país fuera suyo; los que en ese entonces sobraban fueron expulsados a las tinieblas sociales y no deben volver.

Los derechos humanos también son suyos: con la expulsión los otros perdieron su humanidad y con ella sus derechos. Como ya habían expresado años antes: Ellos son derechos y humanos.

Quizás cualquier interlocución con esta clase sea una pérdida de tiempo.

Quizás se merezcan que, para darles el (dis)gusto, los Jumbos y Carrefours, donde ellos se nutren, les aumenten los precios al doble de lo que dice su denostado Indec.

Quizás se merezcan ser espiados y estafados por los empresarios a los que eligen como líderes.

Quizás no podamos evitar que sean engañados y soliviantados por los descendientes de los apropiadores de tierras de pueblos originarios y asesinos del pueblo paraguayo, y por los presuntos apropiadores de nietos de nuestra plaza.

En definitiva, quizás no logremos que dejen de revolcarse en su propia hiel, protagonizando aquella maldición judía que dice: "te deseo que seas afortunado, y que nunca te des cuenta".

No juguemos más a ese juego sin reglas al que ellos se acostumbraron a jugar.

El nuestro -nuestro juego- es (re)construir, poco a poco,lo destruído como consecuencia del (verdadero) clientelismo, y de sus antecedentes de años de proscripciones y dictadura:

Una Justicia a prueba de impunidades.

Una Educación y una Sanidad que igualen las oportunidades.

Un sistema de protección social que asegure a nuestros hijos y a nuestros mayores.

Unos medios de comunicación en verdadera libertad.


No los miremos más. Cada minuto que destinemos a corresponder a su enojo es tiempo perdido, y no es nuestro tiempo, es el de nuestros hijos, incluso el de los suyos.

No los miremos más.

Y quizás entonces algunos de ellos despierten, y quieran, por fin, vivir con nosotros en nuestro país.

viernes, 30 de octubre de 2009

Y después de Creactivar: ¡ I Pagliacci !


El mismo sábado, 21 hs., ya con los poros bien abiertos después de una tarde con Creactivar, los chiflados de Operarte siguen con su extraordinaria tarea de acercar el mundo de la ópera a gente como uno. Para cumplir con nuestra parte (acercarnos nosotros), atravesaremos la ciudad rumbo a la calle Armenia 1353, entre Niceto Vega y Cabrera, para conocer la hermosa sala Siranush, sentarnos y entregarnos al siguiente argumento:

"I Pagliacci se representó por primera vez en 1892 en el Teatro Dal Verne de Milán. Tanto la partitura musical como el libro le pertenecen a Ruggero Leoncavallo. El argumento está basado en un hecho real, del que el padre de Leoncavallo tomó conocimiento en su carácter de juez. Un triángulo amoroso tendrá nuevamente aquí dramáticas consecuencias, pero esta vez en el interior de una compañía de cómicos trashumantes que recorren pueblos y villorrios con su modesto espectáculo callejero. I Pagliacci, es una de las óperas más representativas del verismo. Un estilo que refleja situaciones de gran emotividad, ya no vividas por personajes mitológicos o por nobles, sino por los sectores más populares y plebeyos de fines del siglo XIX. La trama es sórdida, incluso violenta y recrea hechos reales."

O sea, bien como para nosotros.

Ahora, permitamos que el grupo Operarte se presente:

Operarte
Les da la bienvenida al maravilloso mundo de la ópera y los invita a disfrutar de la calidad de sus artistas desde sus plateas... Porque… …Amamos la música, el teatro, el arte y lo queremos compartir… …Reunimos excelentes artistas que encuentran un ámbito propicio para expresar sus capacidades… …Creamos un nuevo espacio de formación y experimentación constante… …Interpretamos con una mirada cercana y didáctica las obras más importantes del género lírico, para todas las edades, sin distinción de público… Éramos muy jóvenes. Luego de varias experiencias anteriores en las que se produjeron desde el año 1991 óperas como Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Il Tabarro, La Traviata y Suor Angelica, creamos el 25 de Septiembre de 2006 OperArte. Con nuestro espectáculo “El libro mágico” llevamos la ópera directamente al universo infantil desde una mirada mas cotidiana. Fuimos premiados en la 47° edición del Festival de Teatro Infantil de Necochea 2008 donde por primera vez se llevó un espectáculo de estas características. Creamos nuestro Coro Lírico formado actualmente por 60 personas, contamos con elenco de Solistas, ensamble instrumental y ballet. Con ellos presentamos la ópera Le Villi en el teatro Empire con mucho éxito de público. En nuestro Estudio de Enseñanza Artística Integral capacitamos a nuestros artistas pudiendo compartir, los profesionales, todas sus experiencias con los nuevos estudiantes que se acercan esperando adquirir nuevos aprendizajes. Como nos superaron las expectativas comenzamos este 2009 con la inauguración de nuestra sede. Y ya pusimos en escena Le Villi (nuevamente), La Traviata (de Verdi) y varias conciertos del repertorio lírico universal. Y ahora llega...
I Pagliacci de R. Leoncavallo (en versión completa).

Esto es lo que cuentan de ellos mismos.

Y sí, hay que pagar entrada (40$ adultos, niños gratis). Pero mencionando la palabra clave "Huinca" (bien bajito) se obtiene un 25% sobre el valor de la entrada, que no está nada mal. Y el montaje vale la pena.

Recordemos entonces:

Sábado 31 de Octubre del 2009, 21 hs. Sala Siranush, Armenia 1353 entre Niceto Vega y Cabrera.

Véngansen.

martes, 27 de octubre de 2009

Feria de Juegos 09 Creactivar


Vengan, jodan. Que el Sábado 31 de octubre será un día netamente Peronista
La Juegoteca de San Telmo y todo Creactivar Redes Comunitarias realizará por sexto año consecutivo, la Feria de Juegos.
Es para todo el mundo, no sólo para los pibes.
Se viene juntando mas o menos 500 personas en el 2008 y en este se piensa que mas. Vendrán pibes de Florencio Varela y de Lanús.
De Capital estarán los pibes y familias de San Telmo y de Constitución.
Será en la Avenida San Juan, al 353, entre las 15 y 19 horas. Todo gratis. Menos el buffet.
La idea es recuperar un rato de esos momentos entrañables. Evocados.
Bueno vénganse jueputas.
Un abrazo
Eduardo Tissera

lunes, 26 de octubre de 2009

CUIDANDO A OAKY 2. DEBERIAMOS HABERLO HECHO ANTES

En el fondo: ¿por qué pasa todo esto con la Policía de la Ciudad? ¿por encima se armó un grupo de tareas para golpear indigentes? ¿por qué primero el Fino, después Chamorro y Ciro James? ¿por qué todo el equipo de guardaespaldas de Oaky de los que nos vamos a ir enterando de a uno?

¿Porque a la Ciudad la gobierna la proderecha? Si, pero no me basta. Y no basta porque es la mitad de la verdad. Los porteños vimos cómo el tema de la policía se lo iban tirando los sucesivos intendentes que no se animaban a ser Jefes de Gobierno y los sucesivos Gobiernos Nacionales (inclusive este que apoyamos), sin que se resolviera nada. Argumentos sobraron siempre...

...que las provincias no tienen por qué pagar la seguridad de la Ciudad Puerto

...que la Nación embolsa las ganacias que trae la Ciudad de BA y devuelve muy poco

...que hay que discutir la ley de coparticipación

...que los porteños son unos vivos, viven como en Suiza y quieren que los subsidien como si fueran indigentes

...que para qué la Ciudad va a tener policía si el quilombo de la inseguridad la puede ligar el Gobierno Nacional

que podemos tener una Policía a nuestra imágen y semejanza sin la ingerencia del Gobierno Nacional

...que hay que terminar con las mafias de la Federal

...que hay que pactar con una parte de las mafias de la Federal

La cuestión es que vino la derecha y armó la Metropolitana. ¿Y qué pensabamos, qué la iban a hacer bien, que iba a tener que ver con la seguridad vinculada a la democracia y la promoción social? Pero qué manga de pelotudos venimos a ser. Por suerte lo tienen a Rodríguez Berreta para "plantar" la idea de que esto es un complot del Gobierno Nacional (insisto, como con el subte, la deuda sideral que no nos dejan tener y la mar en coche), pero esta vez si que no alcanza.

Los giles comenzaron a oler mal y cuando un porteño frunce la nariz, agarrate Catalina. Somos profesionales en esto de descreer y una vez descreído...

Para terminar con esto: la cuestión es otra y tiene fecha. No es la de Comunas, es un tema mayor. El 2011 nos encontrará con un frente de kirchneristas (peronistas y no peronistas), peronistas no kirchneristas pero si con el proyecto nacional y progres (no creemos en los sinónimos, así que nada es lo mismo), o la bandera del águila colonial (qué bonita bandera) flameará sobre nuestra imbecilidad. Sólo así será posible tener la policía que nuestra Ciudad necesita. A otra cosa.

Edelmiro F.

viernes, 23 de octubre de 2009

CUIDANDO A OAKY

¿Qué pasa, qué pasa, qué pasa Majestad, que está lleno de servicios el Gobierno de la Ciudad?, cantaban las masas enfervorizadas en sus casas, cada uno con lo suyo como corresponde (no sea cosa de participar que no es pro). Pero bueno, así estamos, un nuevo escándalo con la Metropolitana y como si no hubiera sido suficiente con el procesamiento del Fino, el caradura de Montepardo (ministro de inseguridad ciudadana), junto a su gerente general, le echa la culpa -por supuesto- al Gobierno Nacional y... a la Federal. No se privan de nada.

¿Quién contrató a James Bond? Nadie sabe, tampoco Nadarovsky con su cara de jugador de poker bebido, aunque revista en su ministerio. Nadie. Para mi que lo contrató Cristina para joder.

Y así se va armando el plantel para cuidarnos, cuidarlo al lord mayor como antaño. Parece que el curriculum que debés ostentar si querés dirigir la Metro pasa por: esclarecer el secuestro de Oaky - Boca - Socma - Correo, siempre haciendo de buchón aunque figures en ceremonial, como asesor de educación o pindonga.

Total, los giles votan y no paran de votar (aunque cada vez menos, ¿no Gaby?). Les vamos a decir que contratamos a James porque el Gobierno Nacional no nos baja la plata, como con los subtes que no los podemos construir, como con las calles que no las podemos terminar, como a la legislatura a la no podemos terminar de comprar, como todo lo que no hacemos porque el Gobierno Nacional (no se si lo dije) no nos deja. Ni endeudarnos en el exterior pagando fortunas de intereses por la crisis del capitalismo. Son unos... No lo dejan, no lo dejan gobernar (gracias Gobierno Nacional, tal vez nos quede algo de la Ciudad).

Para terminar: no somos como ellos, vamos a esperar que la aventura de la derecha termine democráticamente. Tienen un problema, como decía el yanqui Lincoln (creo) que se puede engañar a gran parte del pueblo un tiempo, a una parte del pueblo por un largo tiempo, pero lo que no se puede hacer es engañar a todos todo el tiempo. Una lástima.

Edelmiro F.

martes, 13 de octubre de 2009

DIA DEL HUINCA ALINEADO

Las barbaries tienen buena y mucha prensa. En este caso, arte. Nunca vamos a terminar de explicar(nos) el “día de la raza”, es más, cuando se logre el cambio de nombre para la fecha sería bueno hacer la historia del recordatorio. Siempre va a ser el día del “descubrimiento” de América, por más INADI y progresismo con que se lo unte.

Es el día del fin del mundo. No de un mundo particular, sino del mundo. No del mundo de los nativos de acá, sino el fin del mundo posible para nosotros hoy, no solo acá. El fin abrupto de una de tantas posibilidades de un mundo nuevo sin colonialismo, por ejemplo.


Mejor dos ejemplos, ya que estamos. Es muy probable que si el 12 de octubre hubiera sido diferente (sin Colón, los españoles ni los europeos atracando) la Mesa de Enlace se hubiera autoconvocado para pensar cómo redistribuir las superganancias de la soja. También muy probablemente la oposición al gobierno hubiera votado enteramente por la nueva ley de Servicios Audiovisuales.


Seguramente, los sectores medios de hoy y de acá no estarían aterrados tras las rejas de sus casas luciendo un miedo militante, altanero y agresivo. No se lanzarían como chacales sobre esta posibilidad de gobierno "popular" (de fondo, con todos sus más sobre sus menos) a la orden espartana de los amos, los ricos a los que envidian y desprecian.


¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Mucho. Los nativos de “América” en general poseían un concepto comunal de la propiedad, lo privado en cuanto a bienes les era ajeno. Distintas seguramente hubieran sido las cosas si ese concepto hubiera podido seguir su curso sin ser destrozado por el derecho romano y la hipocresía católica. Hoy por suerte reverdece en la Bolivia de Evo, en la bolivariana Venezuela y resiste en nuestro sur mapuche (y quedan sin nombrar seguro otras zonas y otros compañeros). Y no es cualquier cosa cómo se concibe la propiedad en relación a cómo se estructura una sociedad.


Con esto no estoy santificando a nuestros "hermanos los indios", ni inventado una historia que no existío. Tenían sus desavenencias, contradicciones y problemas -la misma conquista europea es un dato inquietante sobre la falta de unidad de este lado del mar- y también tenían el sagrado derecho de resolver todo eso cómo se les cantara y en el tiempo que consideraran necesario.


Doce de octubre es el día del colonizado, del medio pelo asustado por los noticieros y los monopolios, del que mira con temor y reverencia a los patrones, el día del culo roto, del síndrome de Estocolmo social, casi casi el día de la capital federal y alrededores. Son los huincas alineados con el opresor, el invasor, el verdadero enemigo. Y lo peor es que llaman a esa indignidad, sentido común.


Nosotros no podemos dejar de ser huincas (les recuerdo: blanco, "crestiano", ladrón), lo que sí podemos (debemos) ser es "no alineados" con la barbarie politicamente correcta.


(huinca) Gabriel G.



miércoles, 7 de octubre de 2009

Kirchner, Rozitchner ¿una explicación?

De un tiempo a esta parte hay una pregunta que a muchos nos acuciará, que es:

¿A qué se debe tanto odio?

Porque la verdad, tampoco es que se hayan tocado tantos intereses. Es cierto que por mucho menos se han volteado gobiernos y matado a mucha gente. Pero aún así, tengo la sensación (quitando el caso de Perón en el 55, que sí había tocado muchos intereses y además había fundado una nueva cultura confrontada con la establecida) de que el nivel de acritud respecto de los "volteados" nunca llegó a los niveles actuales.

También es cierto que se había instalado en la sociedad la creencia malsana de que lo natural era la alternancia entre largos períodos de fraude o dictaduras lisas y llanas y cortos períodos democráticos. Así que, cuando algún incauto protagonista de estos últimos se salía de lo establecido en el guión de los otros, era simplemente expulsado; tal vez fuera suficiente un corto lapso en Martín García o ni siquiera eso, a su casa y ya está. Sin rencores.

Quizás, al ser tan corto el plazo no había tiempo para que se construyera una imagen pública tan negativa del individuo o colectivo a expulsar, que diera lugar al odio visceral. No podemos saberlo sobre lo pasado. Por tanto, la pregunta susbsiste.

Pero creo que me he encontrado la respuesta en un reportaje a León Rozitchner publicado en P12 el lunes 5/10/09, que pueden leer acá.

"...(Kirchner) “Traiciona” el secreto, el terror que funda el juego político democrático. A partir de aquí nada, de cualquier cosa que haga, le será perdonado."

El asunto es cómo se sale de esto. Porque debe salirse. Sino, será la repetición, la melancolía... Y ya estoy mayor para eso.

Cómo se deconstruye el odio. Esa es la cuestión.

Ricardo Hausdorff

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿ES POSIBLE (Y DESEABLE) LA UNIDAD DEL CAMPO POPULAR?

¿La dispersión y debilidad del campo popular son una desgracia a la que nos llevó la derrota de los años setenta? ¿Es posible superarlas y volver a tener un poderoso movimiento que pueda ser la base social que un Proyecto Nacional necesita para desarrollarse y profundizarse?
Estas dos cuestiones (y similares) nos han desvelado en los últimos treinta años. De su resolución depende lo que creemos es el futuro y, como contrapartida, su no resolución sólo pueda acarrear un retroceso en el actual proceso político.
¿Esto es así? Para aportar una mirada más -sin pretensiones teóricas-, propongo analizar un par de hipótesis:
1) la dispersión del campo popular es una característica estructural que parte de una derrota, pero que se ha construido colectivamente en términos de identidades múltiples; y

2) el factor dinámico de la sociedad continúa siendo el peronismo, entendiéndolo como una cultura particular; de su recreación y desarrollo depende en gran medida la unidad del campo popular.

La dispersión y las identidades como característica estructural
Respondo a la primera cuestión: no es una desgracia y puede ser un punto de fortaleza a tener en cuenta.
La derrota comienza en el ’75 con el “rodrigazo”, la represión para-estatal de las 3 A y se incrementa exponencialmente con la dictadura militar. Para entonces, ya se notaba que la militancia política tenía dos versiones que corrían paralelas: la abnegada y conciente (en términos de “conciencia de clase” marxista), ideológica, de todo terreno y como forma de vida; y la otra, que aspiraba a una “carrera política” y la ocupación de espacios en el aparato político estatal, antes que el trabajo de base. Ambas aparecían mezcladas, con preponderancia de la primera sobre la segunda, fortalecida por un movimiento de masas en auge desde mediados de los sesentas y que tuvo sus picos máximos en el Cordobazo (jalonado por el programa de Huerta Grande, La Falda, el Rosariazo) y la movilización por la vuelta de Perón tras dieciocho años de exilio.
La dictadura golpeó bajo la línea de flotación, es decir, no solo tuvo en la mira a las organizaciones armadas -cuya actividad había declinado antes del ’75- sino que se ensañó particularmente en el jóven movimiento sindical de las comisiones internas de fábricas (la “guerrilla fabril” de la que hablaba Ricardo Balbín, en tren de recordar complicidades), el movimiento villero y estudiantil. Una poda al ras de la militancia.

La refundación democrática del ’83 respiró los aires globales del neoliberalismo que proclamaba la supremacía de los valores individuales, liquidando la concepción de la construcción colectiva, la solidaridad, la política. Apareció en escena la “centro izquierda” -y su hermana gemela, la “centro derecha”- y la idea del “tercer partido”, para terminar con el bipartidismo y la “vieja política”.

A medida que muchos ex izquierdistas, ex peronistas, ex jóvenes se integraban al sistema institucional y la democracia iba consolidándose, la idea de una “carrera política” desplazó a la militancia de base. El trabajo territorial se convertía en subsidiario de las candidaturas y promotor de nuevas clientelas. Este manejo conservador de la política no era nuevo, en realidad es uno de los puntales de la cultura política desde Alsina y Mitre para acá, pero lo alarmante es que en ese momento fue ganando a sectores de compañeros que antes lo rechazaban. Locuras de juventud que habían salido muy mal, adaptación al nuevo escenario que disimulaba el hecho de que la militancia se convertía en un trabajo rentado. Y sucede que en el capitalismo, todo trabajo tiene patrones.

El menemismo fue el crisol que tranformaba el metal precioso en estiércol (el oro en mierda, para ser fino). Todo planteo de ideas que remitiera al trabajo de base para la promoción social era haberse “quedado en el 45”. La crisis indetenible hacía el otro trabajo: exclusión social y material, destrucción de al menos dos generaciones alienándolas del trabajo, la educación y condenándolas al hambre. Concluía la tarea que políticamente no había podido realizar la Dictadura.

En ese momento, comenzaron a sacar la cabeza los reagrupamientos militantes desde abajo: piquetes, trabajo social, economía social, agrupaciones políticas mini locales. Todos al margen de los partidos políticos que ya no representaban ni contenían. Al calor de la lucha por la supervivencia y el cumplimiento de tareas de las que el Estado se había corrido, fueron forjando identidades y solidaridades que, si bien en muchos casos reconocen sus orígenes en los sesentas y setentas, se construyeron contra culturalmente como producto de una época signada por el neoliberalismo.

La pérdida de referencia política por el no reconocimiento de los problemas derivados de la exclusión social por parte de los partidos tradicionales, sumada a la inexistencia de liderazgos posibles -que fueron destruidos con la pérdida de una valiosa generación política por el terrorismo de Estado-, fueron dos elementos que muy posiblemente hayan hecho de la dispersión y la proliferación de agrupamientos una estrategia que el campo popular ensayó, primero para sobrevivir, y después para hacer su reaparición en la escena nacional.

Múltiple, aparentemente inorganizable y caótico, invisible para la sociedad acostumbrada a las dicotomías propias del mundo bipolar, el movimiento popular fue ganando en experiencia en el marco de la etapa democrática de los ochentas y noventas. La gran explosión fue, sin dudas, el 2001 pero no por los hechos puntuales (saqueos, caída de un presidente elegido, imposibilidad de consolidar un ejecutivo legitimado), sino como el punto de inflexión de un proceso nuevo. La salida de compromiso fue la regencia de Duhalde, pero el producto real -hasta ahora- son los gobiernos kirchneristas.

Si dejamos de observar el fenómeno a la luz de la ausencia de una unidad monolítica, tanto en lo organizativo como en el terreno ideológico, sino como el “factor subjetivo” en construcción, podremos valorar el enorme conglomerado de tolderías dispersas -no aisladas- que ocupan efectivamente el territorio. Se trata de cambiar una visión “imperial” (como aquel “imperio socialista de los Incas”) por nuestros más propios cacicazgos mapuches que, dispersión mediante, resistieron casi cuatrocientos años la ocupación colonial blanca. El problema a dilucidar entonces, es cómo pasar de la resistencia a la acción propositiva (y revolucionaria) con éxito.


El peronismo como cultura

Cuando promediando los noventas, veía desfilar hacia la Plaza de Mayo las columnas piqueteras, pocas dudas quedaban de que se trataba de la base social del peronismo encabezada en ese momento por formaciones de izquierda. Es más, aparecía en escena una camada nueva con una fuerte impronta peronista, pero desprovista de formación e información política. El arrasamiento de la cultura del trabajo había operado a su vez como tsunami de la política y la experiencia sindical.

Poco a poco -y mucho más cuando Néstor Kirchner se hizo cargo del gobierno ardiente en el 2003-, ese peronismo “subsuelo” de una patria doblegada comenzó un lento desarrollo. No se trataba de las formas políticas, pero si de prácticas aprendidas en los barrios por la tradición peronista más genuina (muy parecida a la orfandad del período post ’55 aunque sin una CGT que encarnara la doble representación, política y gremial).

Lejos del PJ y de la mercantilización de la política (lejos, pero no separados como si se tratara de polos antagónicos), el peronismo fue asumiendo socialmente rasgos culturales, de tradiciones y prácticas ligadas a lo real y temporariamente divorciadas de la conceptualización y la formación de cuadros.

Ese peronismo cultural guarda aún el dinamismo del movimiento que irrumpió un 17 de octubre de hace muchos años y es por eso que su recuperación del colonialismo neoliberal es esencial para nuclear un nuevo campo popular en la Argentina.

Lo dicho no pretende ser excluyente, y todos sabemos que hay porciones del campo popular que no son, no serán y no tienen por qué ser peronistas. Hablo del peronismo como fenómeno persistente y dinámico, sin que implique que sea el único factor a tener en cuenta, pero si el más importante.


¿Y la tesis para la síntesis?


Analizadas sumariamente las dos hipótesis, queda el difícil camino de decir algo más. Ese “algo más” pertenece al debate y a la acción colectivos, se nutre de cada experiencia de lucha y organización, depende de cada coyuntura.

La síntesis entre la participación en el aparato estatal, la debida formación de los cuadros y el trabajo territorial de base también tiene que ver con una actitud cultural que toca a cada militante. Es el tema planteado por Perón en “Conducción Política” sobre los predicadores y los hacedores y también el concepto de “praxis” marxista, que une dialécticamente la teoría con la práctica. No se trata de elegir entre ser “estrellita mía” en el cotillón de la Feria de las Vanidades de la política tradicional, como tampoco de encerrarse en un oscuro “basismo” de elegidos flagelantes. La cosa suele ser más simple.

Necesitamos a esos “muchos” que hagan “poco” y, al calor de las identidades y la actividad concreta ir tejiendo la unidad de este campo popular del siglo XXI, que acumula mucho sufrimiento, mucha historia, mucha experiencia y más de una victoria demoledora.

Gabriel Ginepro